Por Jorge Giles para Tiempo Argentino |
Con mejores y más bellas palabras que estas, el escritor y
ensayista Ricardo Piglia expresó en su exquisito programa del Canal
Público, que los escritores liberales y conservadores se encargaron de
retratar desde el siglo XIX a la fecha, el falso paradigma del militante
popular, de aquel que se identifica plenamente con un liderazgo fuerte,
como en distintos tiempos ejercieron Rosas, Yrigoyen o Perón.
Desde Mármol y Sarmiento hasta Borges incluido, según Piglia,
pareciera que el único creador y portador de “verdades” es el liberal,
mientras que lo popular siempre sabrá a copia falsa, a seguidismo, a
fanatismo, a corruptela.
Desde la tribuna gorila contemporánea, dirían hoy que los militantes
nacionales y populares son los que van a la Plaza por el chori y el
vino.
O por un plan. O por una paga cualquiera.
Como si tener “ideas” fuese propiedad privada y exclusiva de los conservadores.
¡Cuánta historia que tiene la estigmatización y el desprecio de
Clarín, La Nación y sus gerentes políticos sobre los jóvenes de La
Cámpora y sobre todos los que declaran su identidad con el gobierno de
Cristina!
Quizá un caso emblemático de esta persecución sea el del Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
¿Les falta algo por decir de él? ¿Aun les quedan editoriales y tapas de diarios para denostarlo todavía más?
Claro, cuando se revela la verdad a través de un video completo, como el que circula en las redes sociales, es posible entender el caracú del
asunto.
De un lado se ven los representantes del monopolio mediático en la
Asamblea de Papel Prensa, defendiendo violentamente sus abultados
honorarios.
Del otro, Guillermo Moreno como representante del Estado, defendiendo sin dobleces los intereses del conjunto de la sociedad.
Allí está la explicación del odio a Moreno.
Esa conducta íntegra y honesta del funcionario es la generadora del desprecio de Clarín y sus alcahuetes.
Es el costo de la dignidad, en todo tiempo y lugar.
Estamos viviendo una coyuntura donde se define un largo trazo en la historia de los argentinos.
Y aquí te quiero ver.
Porque esta batalla cultural por un país más justo, sin empresarios
ni obispos que se hicieron poderosos manchándose las manos con sangre de
nuestros compatriotas durante la última dictadura, necesita de la
potente voz del pueblo en su conjunto, como dijera la Presidenta días
pasados.
Y necesita de los jóvenes, con sus rebeldías, con sus sueños, con su patriotismo.
Votando, cuando llegue el día, por quiénes ellos quieran votar.
Aunque algunos adultos que fueron responsables de tantas desgracias,
pretendan callarlos en la escuela, en la universidad y en las calles de
un país cada vez más libre.
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