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Por Miguel Núñez |
Hasta que Néstor Kirchner llegó al gobierno en mayo de 2003 el
calendario argentino contaba con 8 vacunas. De acuerdo con los datos de
la Organización Mundial de la Salud (OMS) hoy la Argentina tiene un
calendario de 20 vacunas obligatorias y gratuitas, superando a la
mayoría de los países del mundo.
En 2012 la directora de la
Organización Panamericana de la Salud (OPS), Mirta Roses, expresó en una
carta que “la introducción en los últimos tres años de nuevas vacunas
en el calendario, como la de influenza, neumococo y papilomavirus humano
(HPV), así como hepatitis B para todos los adultos mayores de 20 años,
sitúa al calendario vacunal de Argentina como uno de los más completos y
avanzados de la región”.
La comparación con otros países es
difícil. Hay sistemas como en Europa donde se recomienda un calendario
de vacunación pero no se provee gratuitamente o no es obligatorio. Pero a
medida que se amplió el calendario de vacunación el descenso en las
enfermedades es notorio.
“En la Argentina, el último caso de
polio es de 1984, el de sarampión es de 2000, el de difteria es de 2006,
el último grave de tétanos neonatal es de 2007 y el de rubéola es de
2009. Además, desde 2005 bajó más de un 90% la incidencia de hepatitis
A, y ya no hay trasplantes de hígados vinculados con esta enfermedad”,
explicó entonces la directora del Programa Nacional de Inmunizaciones
entre 2007 y 2016, y actual Secretaria de Acceso a la Salud argentina,
Carla Vizzotti.
Las organizaciones médicas y científicas
concuerdan en que, luego de la potabilización del agua, la vacunación es
el hito sanitario que más vidas ha salvado en el mundo a lo largo de la
historia de la humanidad.
En mayo de 2017, mientras diversas
organizaciones profesionales y gremiales denunciaban la falta de vacunas
en el país, la diputada nacional por la provincia de Buenos Aires por
Cambiemos, Paula Urroz, que llegó al congreso de la mano de Patricia
Bullrich, presentó un proyecto de ley sobre “Consentimiento Informado en
Materia de Vacunación”, mediante el cual se terminaría con la
obligatoriedad de la vacunación a menores de edad.
De haberse
aprobado esta iniciativa, se hubiera habilitado a los responsables de
los niños a rechazar la aplicación de vacunas que en la actualidad son
obligatorias y que se proporcionan de manera gratuita en centros de
salud públicos.
El hallazgo de cuatro millones de dosis de
vacunas vencidas en un frigorífico del barrio porteño de Constitución
por un costo total de 1.400 millones de pesos en el día de hoy, no es
desidia ni falta de gestión, es parte de un plan que se llevó adelante
durante los cuatro años de gestión macrista al frente del Estado
argentino para compensar las pérdidas econó- micas que tuvo el sector
privados durante los doce años anteriores, aún a costa de atentar contra
el derecho de la población al acceso a la salud.
El paso por el
gobierno de la alianza PRO-UCR-ARI en Cambiemos, encabezada por Mauricio
Macri dejo casi 20 millones de argentinos subalimentados, el 40 por
ciento de la población en situación de pobreza y, como consecuencia de
una política sanitaria orientada a los negociados privados, que incluyó
la sub-ejecución de las partidas, la disminución en la compra da vacunas
y medicamentos, y hasta la degradación del ministerio de Salud,
significó la reaparición de enfermedades ya erradicadas o con un muy
bajo nivel de incidencia, como el sarampión, la sífilis y la rubéola.
En diciembre de 2018 el Congreso de la Nación sancionó la Ley 27.491 de
Control de enfermedades prevenibles por vacunación, un proyecto
elaborado por Pablo Yedlin, un médico pediatra y diputado nacional
peronista por Tucumán.
La nueva norma que reemplazó la Ley
22.909 de 1983 que actualizó la regulación y le otorgó al Estado
nacional la responsabilidad de mantener actualizado el Calendario
Nacional de Vacunación para promover su efectivo cumplimiento, recién
entró efectivamente en vigencia en enero de este año, cuando ya había
asumido el gobierno del presidente Alberto Fernández y Ginés González
García se había hecho cargo del restablecido ministerio de Salud.
Hasta ahora las vacunas eran obligatorias solo para los niños y en la
legislación anterior no estaban incluidas las 20 vacunas que actualmente
contempla el Calendario Nacional. Esta ley no sólo refrenda los
principios de obligatoriedad y la gratuidad, sino que además las
extiende también a los adultos.
La ley establece la vacunación
como una estrategia de salud pública preventiva a la que considera un
bien social, no sólo sujeta a los principios de gratuidad con equidad
social para todas las etapas de la vida, y de obligatoriedad para todos
los habitantes, sino que además determina la prevalencia de la salud
pública por sobre el interés particular.
Las vacunas salvan la
vida de entre dos y tres millones de chicos por año en el mundo. Sin
embargo, el rumbo que tomó el sistema de salud durante la gestión de la
alianza Cambiemos macrista fue el desguazar los programas vinculados con
la prevención, como las campañas de vacunación obligatorias y
gratuitas.
Como en todos los órdenes de su accionar político, el
macrismo entiende la salud pública como una mercancía, de la cual se
pueden obtener enormes ganancias. Su negocio fue la enfermedad, no la
prevención. Dejar las vacunas abandonadas en un frigorífico.
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