Y gracias a ello nos enteramos que el "Plan desánimo" debe recurrir a la mentira.
De su blog, fui a dar el interesante diario tandilense para la región El Espejo, del que me permito reproducir una nota del productor agropecuario de la localidad de Azul, Héctor Pitluk.
De las carnes que vuelan, me gusta el chancho
La ganadería argentina está pasando por un excelente momento, sólo que los ganaderos no lo saben. Mejor dicho, pretenden ignorarlo.
Si tomamos como parámetro el precio del kilo vivo del ternero en pie, que en los últimos años tuvo un valor promedio de 1 dólar y lo comparamos con los 7 pesos (1,84 dólares) que alcanzó en algunos remates en la provincia de Buenos Aires, cuesta creer que los productores de terneros puedan quejarse. Si bien este 84 por ciento de aumento parece darse en casos extremos, el ternero en pie no baja de 5,5 pesos (1,44 dólares) el kilo, o sea un 44 por ciento por sobre su valor “histórico”. Estos aumentos en el ganado en pie lleva a que el carnicero reciba la media res a un promedio de 11 o 12 pesos el kilo y que llegue al mostrador a alrededor de 25 pesos.
Según el Ministerio de Agricultura el consumo de carne vacuna por habitante por año en la Argentina fue de alrededor de 68 kilogramos en los últimos tres años y un poco menos en los años anteriores, con un mínimo de 58,8 en el 2002. Este consumo de carne bovina en nuestro país es el mayor en el mundo, disputado a veces por el Uruguay. La tradición argentina, y uruguaya, de alimentarse fundamentalmente de carne de vaca, llevó al viajero ingles Francis Head a escribir en el año 1825 que “como el alimento constante del gaucho es carne y agua, su contextura es tan fuerte que lo habilita para soportar una gran fatiga y difícilmente se sepa las distancias que recorrerá y el número de horas que permanecerá a caballo”.
El consumo de carne de pollo pasó de 21,3 kilos por habitante por año en 1994 a los 34,7 actuales. Este nivel de consumo se satisface con producción nacional, que además tiene un saldo exportable que este año llegó a casi 300.000 toneladas, mientras que en los 90 se importaba carne de pollo.
La Presidenta hizo en estos días el anuncio de que el Gobierno pretende elevar el consumo de carne de cerdo de los actuales 6 kilogramos por habitante por año a 16 kilos generando, además, 10.000 puestos de trabajo. La necesidad de mucha mano de obra, la creación de infraestructura y la transformación de materias primas (granos en carne) son las características principales de las actividades intensivas dentro de la producción agropecuaria son. En este sentido se destaca tanto la producción avícola como la porcina.
El índice de conversión de alimento balanceado o granos es de alrededor de 3 para los pollos y un poco más para los cerdos. Esto significa que cada 3 kilos de alimento que come el animal los transforma en un kilo de carne, mientras que para el vacuno es de alredor de 10. Esto en kilo vivo. La vaca rinde un 55 por ciento por cada kilo vivo, el pollo un 75 y el chancho 80 por ciento.
Los malos augurios de los dirigentes ruralistas y de sus políticos secuaces no se han cumplido. Hasta hace pocos meses insistían con que habría que importar trigo y hoy se quejan de que sobra trigo. Entre la cosecha de este año y lo que queda de la campaña anterior se cubren 2 años del consumo interno, lo que no le impide a Grondona elaborar una de sus joyitas gorilas cuando dice ”vamos a tener pan negro” recordándole a los viejos gorilas la “atroz” época del gobierno peronista de pos guerra cuando debido a la gran exportación de trigo tuvimos que rebajarnos a comer pan negro.
También insisten con que habrá que importar carne, a pesar de que el propio presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna, ya ha dicho que no sucederá. Se siguen quejando de que se faenan hembras, cuando ha sido una decisión empresarial, tanto como el pedido de bajar el peso de faena a 260 kilos. Es cierto que esto atenta contra el aumento del rodeo a nivel nacional, pero la única manera de revertirlo es con políticas estatales firmes que, como es sabido, estos dirigentes ruralistas impugnan salvo cuando se trata de subsidios a sus empresas.
Para algunos de ellos el anuncio de la Presidenta fomentando la producción porcina es positivo. Según el cavallista Marcelo Regúnaga, ex Secretario de Agricultura de los gobiernos de Menem y de De la Rua, es necesario fomentar el consumo de carnes alternativas sólo para bajar el de la carne vacuna a 60 kilos y aumentar el saldo exportable. Siempre la misma ecuación: exportación y buenos negocios versus consumo interno y bienestar de la población.
La ganadería irá por mal camino mientras los empresarios agrarios se deshagan de las vacas expulsándolas de los campos o las confinen en feed lots persiguiendo la quimera de la soja y sus extraordinarias rentabilidades.
Deberían pensar que, así como en los Estados Unidos la burbuja inmobiliaria terminó por reventar y creó la mayor crisis del capitalismo mundial de los últimos años, la “burbuja sojera”, algún día, también puede explotar.
El paradigma de destruir la naturaleza en pos de los negocios de pocos no es sustentable. Tal vez el chancho no pueda volar tan alto como la renta sojera, pero nos puede dar de comer.
De su blog, fui a dar el interesante diario tandilense para la región El Espejo, del que me permito reproducir una nota del productor agropecuario de la localidad de Azul, Héctor Pitluk.
De las carnes que vuelan, me gusta el chancho
La ganadería argentina está pasando por un excelente momento, sólo que los ganaderos no lo saben. Mejor dicho, pretenden ignorarlo.
Si tomamos como parámetro el precio del kilo vivo del ternero en pie, que en los últimos años tuvo un valor promedio de 1 dólar y lo comparamos con los 7 pesos (1,84 dólares) que alcanzó en algunos remates en la provincia de Buenos Aires, cuesta creer que los productores de terneros puedan quejarse. Si bien este 84 por ciento de aumento parece darse en casos extremos, el ternero en pie no baja de 5,5 pesos (1,44 dólares) el kilo, o sea un 44 por ciento por sobre su valor “histórico”. Estos aumentos en el ganado en pie lleva a que el carnicero reciba la media res a un promedio de 11 o 12 pesos el kilo y que llegue al mostrador a alrededor de 25 pesos.
Según el Ministerio de Agricultura el consumo de carne vacuna por habitante por año en la Argentina fue de alrededor de 68 kilogramos en los últimos tres años y un poco menos en los años anteriores, con un mínimo de 58,8 en el 2002. Este consumo de carne bovina en nuestro país es el mayor en el mundo, disputado a veces por el Uruguay. La tradición argentina, y uruguaya, de alimentarse fundamentalmente de carne de vaca, llevó al viajero ingles Francis Head a escribir en el año 1825 que “como el alimento constante del gaucho es carne y agua, su contextura es tan fuerte que lo habilita para soportar una gran fatiga y difícilmente se sepa las distancias que recorrerá y el número de horas que permanecerá a caballo”.
El consumo de carne de pollo pasó de 21,3 kilos por habitante por año en 1994 a los 34,7 actuales. Este nivel de consumo se satisface con producción nacional, que además tiene un saldo exportable que este año llegó a casi 300.000 toneladas, mientras que en los 90 se importaba carne de pollo.
La Presidenta hizo en estos días el anuncio de que el Gobierno pretende elevar el consumo de carne de cerdo de los actuales 6 kilogramos por habitante por año a 16 kilos generando, además, 10.000 puestos de trabajo. La necesidad de mucha mano de obra, la creación de infraestructura y la transformación de materias primas (granos en carne) son las características principales de las actividades intensivas dentro de la producción agropecuaria son. En este sentido se destaca tanto la producción avícola como la porcina.
El índice de conversión de alimento balanceado o granos es de alrededor de 3 para los pollos y un poco más para los cerdos. Esto significa que cada 3 kilos de alimento que come el animal los transforma en un kilo de carne, mientras que para el vacuno es de alredor de 10. Esto en kilo vivo. La vaca rinde un 55 por ciento por cada kilo vivo, el pollo un 75 y el chancho 80 por ciento.
Los malos augurios de los dirigentes ruralistas y de sus políticos secuaces no se han cumplido. Hasta hace pocos meses insistían con que habría que importar trigo y hoy se quejan de que sobra trigo. Entre la cosecha de este año y lo que queda de la campaña anterior se cubren 2 años del consumo interno, lo que no le impide a Grondona elaborar una de sus joyitas gorilas cuando dice ”vamos a tener pan negro” recordándole a los viejos gorilas la “atroz” época del gobierno peronista de pos guerra cuando debido a la gran exportación de trigo tuvimos que rebajarnos a comer pan negro.
También insisten con que habrá que importar carne, a pesar de que el propio presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna, ya ha dicho que no sucederá. Se siguen quejando de que se faenan hembras, cuando ha sido una decisión empresarial, tanto como el pedido de bajar el peso de faena a 260 kilos. Es cierto que esto atenta contra el aumento del rodeo a nivel nacional, pero la única manera de revertirlo es con políticas estatales firmes que, como es sabido, estos dirigentes ruralistas impugnan salvo cuando se trata de subsidios a sus empresas.
Para algunos de ellos el anuncio de la Presidenta fomentando la producción porcina es positivo. Según el cavallista Marcelo Regúnaga, ex Secretario de Agricultura de los gobiernos de Menem y de De la Rua, es necesario fomentar el consumo de carnes alternativas sólo para bajar el de la carne vacuna a 60 kilos y aumentar el saldo exportable. Siempre la misma ecuación: exportación y buenos negocios versus consumo interno y bienestar de la población.
La ganadería irá por mal camino mientras los empresarios agrarios se deshagan de las vacas expulsándolas de los campos o las confinen en feed lots persiguiendo la quimera de la soja y sus extraordinarias rentabilidades.
Deberían pensar que, así como en los Estados Unidos la burbuja inmobiliaria terminó por reventar y creó la mayor crisis del capitalismo mundial de los últimos años, la “burbuja sojera”, algún día, también puede explotar.
El paradigma de destruir la naturaleza en pos de los negocios de pocos no es sustentable. Tal vez el chancho no pueda volar tan alto como la renta sojera, pero nos puede dar de comer.
Excelente informe pato, ahora no puedo entender que digan que están matando hembras, si decidieron dejar las cabezas en los campos y no llevarlas a remate para el engorde por las lluvias, y está bien si se quiere pero que después no se quejen....
ResponderEliminarEs parte de la idiosincracia ganadera llorar miseria, hasta los millonarios ahora que la gilada lo compre....y bueno es un tema.
saludos.
Gracias, Patricia. Un abrazo.
ResponderEliminarLos ganaderos que quedaron bien armados tienen hoy el mayor precio en dólares de la historia. Y diría que en moneda constante el mejor en varias décadas.
ResponderEliminarNo creo que ninguno se este quejando hoy.
El consumo se tiene que reducir si o si un 20%, a fuerza de precio, porque no hay producción para más que eso. Si se tiene que importar o no ya no depende del ganadero sino de si el consumidor se resigna o no.
Creo que los ganaderos tiene bien merecido este momento. La matanza de hembras se terminó, y si empieza un ciclo de retención en 2012 vamos a recuperar el stock que había en 2005.
Mariano T. , no es una cuestión de fé, no hace falta "creer", con leer los diarios alcanza.
ResponderEliminarTampoco creo que esté en condiciones de evaluar el merecimiento o no de los ganaderos, como el de nadie, esto tiene que ver con la sojización que encarece la vida de los argentinos, nos envenena y llena los bolsillos de los ambiciosos, que en pocos años, de seguir así, por la desertificación que están provocando van a caer con el equino exhausto pidiendo subsidios al estado por que sus tierras no son productivas como antes.
En cinco años vi este proceso en una zona de San Pablo dedicada a los cítricos y que se pasó al eucalipto.
Miy buen informe, Pato!!!
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