Siempre el 17, está volviendo

Por el Gallego Fernández

Aunque parezca mentira, en el relato peronista hay dos 17, permanecen en disputa, desde hace bastante tiempo. El relato de la marcha pacífica, solicitando la libertad de Perón, enraizado con la cuestión de la Revolución en Paz, y el Relato de obreros decididos a quemar barrio Norte, si Perón no era liberado.

Quienes intentan instalar la idea de que el 17 de octubre, fue una revolución en paz, o lo sintetizan desde el abrazo abstracto entre Perón y su pueblo, quieren ocultar la determinación histórica y el acto de soberanía política, alcanzado por los trabajadores. Son los mismos sinvergüenzas y traidores, que toda vez que cuestionamos el privilegio y la dominación de la oligarquía, eluden el tema, desde la negación de lucha de clases o la condición policlasista del peronismo, concepto este, que expresa la voluntad de construir una patria para todos, pero que de ninguna manera, le concede al capital, el control sobre el mercado, y menos sobre las decisiones soberanas de nuestro pueblo.

Son los que durante los dieciocho años de proscripción, se olvidaron de celebrarlo, más aún preferían no recordarlo, mientras negociaban con los militares o la complicidad radical y construían el peronismo sin Perón.

Son aquellos que propiciaron la muerte de las ideologías, y pretendían aplastar la tercera posición y el socialismo nacional con el muro de Berlin; los que mataban cotidianamente a Perón, para otorgarle a Bunge y Born, el liderazgo de la burguesía nacional.

Los que insultaban a Perón y a Evita, utilizándolos en los rituales electorales, mientras mantenían relaciones carnales con EEUU, destruían el Estado, entregaban las riquezas, el ahorro y el trabajo de los Argentinos al imperialismo.

El peronismo nació de un hecho revolucionario, donde el pueblo por derecho propio, conquistó la voluntad soberana de decidir su destino, construir su identidad política y revolucionaria. Institucionalizando en la Constitución del 49, los derechos inalienables que tienen los argentinos, desde su condición social, erradicando todo privilegio que impida la felicidad del pueblo.

Los parásitos inservibles lacayos del imperialismo, comensales con asistencia perfecta, a todos los cenáculos de la Oligarquía, encumbrados en los más altos lugares, con el que el pueblo los puede honrar, perpetraron por acción u omisión, el genocidio social.

Toda vez que mitigaron el hambre, fue para humillar, para desmoralizar, y disciplinar al pueblo, y no dudaron en masacrarlo, cuando se resistía a la dominación. En las manos de Duhalde, está aún fresca la sangre de Konteski y Santillan; En el Rosario profundo, Reuteman, les debe el Angel de la Bicicleta; Uds. radicales pulcros, espectros guardianes de las Instituciones, tan cuidadosos en las formas, jamás les tiembla la mano para masacrar al pueblo, es parte de su historia, de la Semana Trágica, de la Patagonia Rebelde, de los bombardeos en Junio del 55, de Vallese, de Mussi, Retamar y Mendez, de los mártires del 20 de diciembre.

Aún cuando, desde los noventa, pretendan condenar a Kirchner, lo redime la voluntad intransigente de no claudicar frente a Uds. “El dialogo”, eufemismo utilizado, desde la nostalgia, por reconstituir el parlamento prebendario, atento a los lobbies y a los intereses particulares, inaugurado por Jarolawski y Manzano, pasando por las valijas de Menem, hasta la Banelco de Flamarique y De La Rua; por voluntad del pueblo, está clausurado.

Pueden seguir faltándole el respeto a Perón y Evita, pueden ritualizar el 17 e intentar vaciarlo de contenido histórico y político, lo que no podrán hacer es detener la primavera, esta es la hora de los pueblos, es un cambio de época, es tiempo de odres nuevos. En todos los senderos de la Patria soplan vientos de Liberación.

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