Que me perdone Nicolás Maduro pero no le puedo hacer caso. La Patria Grande perdió fisicamente a uno de sus imprescindibles.
A la tristeza se suma el orgullo de haber sido contemporánea de este enorme líder y estas lágrimas no son de deblidad, muy por el contrario, su enorme ejemplo y figura hace que gritemos más fuerte ¡aquí no se rinde nadie!
Hasta siempre comandante!!!
ResponderEliminar