No es la primera vez, y seguramente no será la última, que el diario La Nación envuelve pescado podrido con sus hojas respecto de los hijos robados por la viuda de Noble.
Esta vez lo hizo desde su nota editorial.
Allí cuestiona "el apoyo explícito del Estado argentino y sus funcionarios" a la candidatura de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo al Premio Nobel de la Paz, acusando al organismo de DDHH de tener "una visión sesgada respecto de la dolorosa década del 70", y después de algunas consideraciones arremete con la trillada y criminosa argumentación "Felipe y Marcela son adultos y tienen derecho a no desear conocer su origen".
Y digo criminosa por que no hablan desde la ignorancia, lo hacen intentando ocultar un crimen. No lo dice mi vecina, ni se lo dicen a ella por que difícilmente lea el otrora prestigioso períodico de derecha.
Se lo dice a sus lectores que parecen haber recorrido el mismo camino descendente.
La apropiación de niños es un crimen de orden público y su esclarecimiento no es optativo.
No es muy difícil de entender. Si yo mato a mi hermana, no alcanza con que mi vieja le pida a la justicia que no quiere saber quien lo hizo.
¿Que es traumático? Sin dudas. Pero lo es desde su origen: la dictadura genocida que el 25 de marzo de 1976 el diario La Nación saludaba desde sus páginas: "Precisamente por la magnitud de la tarea por emprender, la primera condición es que se afiance en las Fuerzas Armadas la cohesión con la cual han actuado hasta aquí."
Esta problemática que nació desde el horror, sólo la verdad puede cerrar. Después, lo que cada uno hace con esa verdad sí es personal y privado.
Esta vez lo hizo desde su nota editorial.
Allí cuestiona "el apoyo explícito del Estado argentino y sus funcionarios" a la candidatura de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo al Premio Nobel de la Paz, acusando al organismo de DDHH de tener "una visión sesgada respecto de la dolorosa década del 70", y después de algunas consideraciones arremete con la trillada y criminosa argumentación "Felipe y Marcela son adultos y tienen derecho a no desear conocer su origen".
Y digo criminosa por que no hablan desde la ignorancia, lo hacen intentando ocultar un crimen. No lo dice mi vecina, ni se lo dicen a ella por que difícilmente lea el otrora prestigioso períodico de derecha.
Se lo dice a sus lectores que parecen haber recorrido el mismo camino descendente.
La apropiación de niños es un crimen de orden público y su esclarecimiento no es optativo.
No es muy difícil de entender. Si yo mato a mi hermana, no alcanza con que mi vieja le pida a la justicia que no quiere saber quien lo hizo.
¿Que es traumático? Sin dudas. Pero lo es desde su origen: la dictadura genocida que el 25 de marzo de 1976 el diario La Nación saludaba desde sus páginas: "Precisamente por la magnitud de la tarea por emprender, la primera condición es que se afiance en las Fuerzas Armadas la cohesión con la cual han actuado hasta aquí."
Esta problemática que nació desde el horror, sólo la verdad puede cerrar. Después, lo que cada uno hace con esa verdad sí es personal y privado.
Adhiero a las palabras de Patricia, basta de defender lo indefendible! Sería bueno para sus conciencias sincerarse, al menos UNA VEZ, la nación, no?
ResponderEliminarAnoche escribí algo sobre el particular, más o menos en el mismo tono. Estoy harta de las editoriales anónimas de La Nación y de los vetos del moderador cuando uno se queja. Si te querés pasar por el blog que tenemos en conjunto... ahí dejo la dire por si alguien quiere opinar http://losincorregiblesdetiogeorgie.blogspot.com (nos tomamos la libertad de tener tu blog entre los que seguimos)
ResponderEliminarAh, Aguante Tévez!