El sábado 7 de agosto, a las 17.30 hs. se podrá ver en la Casa Cultural La Imaginería (33 Orientales 1150, Boedo - C.A.B.A.) el film Los Resistentes junto al Director, los protagonistas y una pila de NDM's.
Relatos de la lucha clandestina entre 1955 y 1965. La “anormal, desmesurada, alucinada odisea de la Resistencia” frente a la violencia y el odio desatados por la dictadura de la “Revolución Libertadora” en 1955.
Una historia oculta de la lucha de los trabajadores en Argentina.
Relatos de la lucha clandestina entre 1955 y 1965. La “anormal, desmesurada, alucinada odisea de la Resistencia” frente a la violencia y el odio desatados por la dictadura de la “Revolución Libertadora” en 1955.
Una historia oculta de la lucha de los trabajadores en Argentina.
Dijo José Pablo Feinmann:
Ahora son viejitos. O están viejitos. Porque serlo, no lo son. Aunque vacilen al hablar o el Parkinson asome aquí y allá. Esta gente no envejece. Protagonizó una de las luchas más puras de nuestra historia. La hicieron al margen de la conducción de Perón. La hicieron desde el corazón de las masas. No mataron a nadie. Llevaron adelante una huelga ejemplar respaldada por todo un barrio populoso y proletario: Mataderos. Hicieron, así, la Comuna de Mataderos, pero hablada en el idioma del Buenos Aires obrero, de los perseguidos por la Libertadora, de los que estaban dispuestos a no ceder, a no humillarse, a seguir peleando.
Si Alejandro Fernández Mouján mostró en su film anterior, Pulqui, cómo era “la patria de la felicidad”, en éste nos muestra la patria de la persecución y de la resistencia a esa persecución. Los que toman la palabra son los veteranos luchadores. Uno de ellos dice que la lucha que protagonizaron (La Resistencia) “está oculta. No la quiere levantar nadie”...
... Hay que escucharlos y hay que mirarles las caras curtidas por los años y por las luchas que protagonizaron. Son Eladio “Tate” Martínez, Enrique “Chiche” Pecorino, Jorge Vázquez, Juan Carlos “El Negro” Cena, Rafael Cullen y Reynaldo Mena. Ellos miran a la cámara y hablan.
Y dicen muchas cosas memorables: “¿Qué nos dio el peronismo? El coraje de discutirle a un patrón. ¿Vos sabés lo que es discutirle a un patrón? ¿Lo que era eso en 1946, 1947? Era increíble. Y nosotros lo hacíamos.
Con el peronismo habíamos aprendido que teníamos el derecho de hacerlo. Que el patrón no era el mandamás al que había que tenerle miedo. No, era un tipo como cualquier otro. Y nosotros le discutíamos. Si le pedíamos aumento de sueldo, nos decía: ‘Andá a pedírselo a Perón’. Si queríamos vacaciones, lo mismo: Perón, que te las dé él. Era una venganza. Los habíamos ofendido. Porque el obrero –con el peronismo– empezó a tener dignidad. ¡Empezó a ir a Mar del Plata! De pronto, los patrones que paseaban cómodos y tranquilos por la Rambla nos vieron aparecer a los negros ¡haciendo lo mismo! No lo podían creer. Iban a los cines del centro. Al Gran Rex. O al Opera. Y de pronto se les sentaba un negro al lado. Ahí les nació el odio. Si llevábamos una carretilla y la teníamos que dejar 10 metros más allá pero sonaba el timbre del mediodía, ¡a la mierda!, dejábamos la carretilla donde estaba. Exactamente en el punto al que había arribado no bien llegó el timbre. Algunos decían: ‘¡Negro hijo de puta! Llevá la carretilla ésa adonde tiene que estar’. ‘Llevala vos. Yo trabajo hasta que suena el timbre. Ahí, el tiempo es mío’.
Nos odiaban. Por eso se vengaron tan fieramente. El decreto 4161. Si decías Perón o Evita, si cantabas la Marcha ibas en cana. ¡Y cómo picaneaban, hermano!” “Yo –dice otro– salía con el escudito peronista en la solapa, pero lo daba vuelta para que no se viera. A veces, un cana me bloqueba el paso. ‘¿Qué llevás ahí?’ ‘¿Dónde?’ ‘¿Cómo dónde? En la solapa, atorrante. Dalo vuelta, vamos.’ Yo lo daba vuelta y el cana veía el escudito. Me decía: ‘Boludo, te puedo meter en cana un mes o más por eso? Yo le sonreía. Me le acercaba un cachito y le decía: ‘Dale, si vos también sos peronista’. El cana se sonreía, pero como conteniéndose. Por fin, decía: ‘Andate. Pero cuidate más. No te regalés. No todos son como yo’.”...
... No hubo ni habrá nada como la Resistencia Peronista. La hizo el coraje y la lucidez de los auténticos obreros. No la condujo Perón. Ni pensaron en la lucha armada, en matar a alguien. Se reunieron en las cocinas y la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre fue ejemplar. La tuvieron que liquidar cruelmente con tanques Sherman y 2000 soldados. Bajo el Conintes de Frondizi. Pero nada podrá detener la lucha de los desposeídos, de los condenados. No significa que van a ganar. Eso nadie puede decirlo. Y ya se dijo demasiado. No. Significa que van a seguir peleando. Porque un día –en plena lucha de la Resistencia– apareció una pintada en un pequeño lugar que llevaba por nombre Villa Manuelita. Y expresa el empecinamiento de los hombres por pelear hasta el fin por eso que los hace –precisamente– hombres, su libertad. La pintada decía: Los yankis, los rusos y las potencias reconocen a la Libertadora. Villa Manuelita no.
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