En su día saludo a todos los médicos a través del Compañero Ernesto Argañaráz quien escribió: Felíz Día a mis colegas médicos!!!
Quiero saludarnos en nuestro día, invitarnos a no ser tan hijos de puta, pensar siempre que el paciente podemos ser nosotros o un ser amado, que no son cosas. Que siempre hay que mirarlos a los ojos y dejarnos mirar, que tenemos que explicarles hasta que entiendan, eso que tienen, porque es su cuerpo. Que nunca esta de más agarrarles la mano. Que tener miedo no es un pecado, y asustarse a veces tambien es humano. Que un beso y un abrazo no son contagiosos. Que esa persona, que esta en frente nuestro, esta asustado. Que no salvamos vidas, somos apenas intermediarios, herramientas, entre la ciencia y el hombre o entre Dios y el hombre, como quieran. Que lo nuestro es un servicio, pero también un trabajo, y tenemos que exigir salarios dignos y decentes condiciones laborales, porque con un sacerdocio no pagamos nada, y hasta los sacerdotes cobran plata. Que no es tan malo entregarse, y quedar con el culo roto y los ojos con lágrimas, que al menos así, me enseñaron a ser médico, mis médicos del alma.
Sensible, irónico, cabrón, mal hablado, con un humor más corrosivo que el agua regia. Usando sus propias palabras: un culiadazo.
Cada tanto nos deja para subirse al Tren Sanitario esa "dura pero bella experiencia" que saluda en cada regreso con un "Chin Chin País" y agradece "por haber dejado todo y traerse el doble".
Y acá quedamos nosotros esperando que nos cuente como le fué, para ver las fotos... En cada regreso le tenemos que dar un poco de tiempo, por que el tordo llega un poco en carne viva. No es fácil lo que él hace. Pero lo hace, junto a una pila de gente que no conocemos pero los intuímos.
En alguna oportunidad escribió: "esto no me hubiera sucedido, si no hubieran entrado en mi vida, las personas maravillosas que entraron. La mierda esa de Negros de Mierda y M.U.".
Tal vez el tren no, pero cualquier otra tarea que te involucre hasta las tripas con la alegría y el dolor de los que te necesitan, más tarde o más temprano te hubiera encontrado, por que sos un tipo comprometido con tus ideas.
Todo esto que les cuento es para introducirlos en la nota que le hizo la Revista Matices: Rieles que se enderezan, el Tren Sanitario y Ernesto Argañaráz.
Un médico desencantado que volvió a la profesión. Un tren que llega a las tierras del olvido para darle salud a su gente. No es una novela. Es el Tren de Desarrollo Social y Sanitario de la Nación, que existe. Y es Ernesto Argañaraz, el doc que lo cuenta.
Ernesto no se llama Ernesto por pretensiones estéticas de su padre y de su madre. Ernesto se llama Ernesto porque hubo un Ernesto previo a él que marcó a toda una generación.
Ernesto no conoció en vida a ese Ernesto que le dio su nombre. Y fue poco lo que conoció de quienes lo nombraron.
Ernesto no se llama Ernesto por pretensiones estéticas de su padre y de su madre.
Para más datos, su segundo nombre es Vladimiro.
El Tren de Desarrollo Social y Sanitario de la Nación Ramón Carrillo es, claramente, un tren que anda por las vías del óxido argentino desde el 23 de noviembre de 2003, atravesando los pueblos que pueblan la Argentina desposeída.
Operación a cargo del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, en colaboración con otros ministerios y secretarías, los 8 vagones junto a la asistencia de móviles independientes –camión y camioneta-, cargan casi un centenar de personas entre profesionales de la medicina y encargados de tareas de logística y administración, para llevar allá donde el polvillo crece más que la hierba, los servicios básicos de salud y desarrollo social.
El Tren Sanitario recorre 9 caminos distintos, siempre sobre rieles. El corredor Norte atraviesa Tucumán, Santiago y Santa Fe. 22 pueblos en total; el Sur, Río Negro -10 pueblos-; Cuyo: San Juan, Mendoza y San Luis. 14 pueblos; Mesopotamia: Misiones, Corrientes y Entre Ríos. 21 pueblos. Y el corredor Buenos Aires, otros tantos.
El trabajo tiene como ejes la atención social directa en situaciones de vulnerabilidad, la atención primaria y la promoción y prevención de la salud. Además, articula en cada pueblo acciones con los gobiernos locales, ONG’S, cooperadoras y otras instituciones locales.
Todo previsto y previsible, en cada pueblo, en cada paraje, saben con antelación que llegará el tren. Y sobre las vías se convocarán los que necesiten un tratamiento, una revisación, una pensión. Los necesitados.
De vuelta en Córdoba, con la carga que suponía su formación cubana, Ernesto comenzó a ejercer en un dispensario de Yacanto de Calamuchita. Enfrentado con el “poder” del paraje, volvió a la ciudad, después de algunas experiencias que le hicieron ver que así no quería ser médico. En Córdoba pasó por la medicina privada y de urgencia. Era todo lo que necesitaba para largar la profesión. “Era la precariedad al extremo”, recuerda. Y se puso una ferretería en el Cerro y entre cuplas y bolsas de cemento fue más feliz. Allí comenzó a atender mejor a sus pacientes, esos que buscaban un hierro de 3/8 y de paso le contaban cómo iba la vida.
Eso fue hasta que a mediados de año apareció la posibilidad del Tren. Y no dudó. Largó en mayo y ya lleva hecho 6 viajes, sin abandonar la ferre. “Arranqué, y no me quiero bajar más”, dice, en el convencimiento que le da el haber recuperado su profesión en el marco en el que fue formado profesional y humanamente: pensando en el otro.
_ Dos kilos de clavos por favor.
El Tren que atraviesa la Argentina más desposeída que no se puede tener, vuelve ahí donde habita el olvido llevando galenos que no sólo alargan vidas. “El tren estaba tirado en Retiro, lo desarmaron y lo pusieron en marcha”, cuenta Ernesto.
En su marcha, va llevando planes nacionales como El Hambre más Urgente y Manos a la Obra, que le da un empujón a emprendimientos con capacitación y apoyo financiero; el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, que busca facilitar la autoproducción de alimentos en huertas y granjas; el Plan Familias, que brinda ayuda social directa - materiales, bienes e insumos varios- y que gestiona pensiones asistenciales a mayores de 70 años, discapacitados y madres con más de 7 hijos. También se gestiona un programa que apoya emprendimientos productivos a través del suministro de herramientas, máquinas e insumos.
“En los viajes, todos los días a las 8.15 estamos afuera del tren cantando la Aurora. La primera vez que vas te emocionás…” reconoce Ernesto, médico, ferretero, novelista que lleva publicado dos libros y personaje con notables pretensiones histriónicas y claramente políticas.
Doctor en medicina para los cubanos, médico cirujano para los argentinos, Argañaraz ya realizó, en lo que va del año, 6 viajes en el Tren Sanitario de la Nación. Pasó por Ceres, Selva, Colonia Dora y otros irreconocibles.
Camino por la trocha ancha sobre el ramal que va al Chaco, Ernesto reconoce que la situación de lo más profundo del profundo argentinismo aún contiene marcas del peor presente. En Colonia Dora, por ejemplo, cuenta que están los evacuados por las inundaciones y “los autoevacuados”. Algunos se inundan y tienen que irse a ser asistidos. Y otros, a falta de agua, se evacuan, porque saben que estarán mejor siendo asistidos que en sus lugares. Sequitos, pero pobres.
_ A ver si tienen acá, necesito un papel de aluminio para que no suban las hormigas.
Junto a eso llegan colchones, sillas de ruedas, muletas y otros objetos que pueblan un vagón o, por si no entraran, un camión que sigue su rumbo paralelo. Y la última incorporación: un laboratorio móvil de prótesis dentales, que se suma al ecógrafo, al detector de latidos fetales, al nuevo colposcopio y al electrocardiógrafo a distancia.
Ernesto conoció así a sus nuevos pacientes. Hacheros que ganan a $450 pesos al mes, que cobran 7$ el metro de monte –paradoja aquel que no se alegra de ver dos quebrachos pegaditos- y cuyos cuerpos, en general, están “hechos mierda”, dice el médico. Una de las pensiones que les otorga el Tren les duplica los ingresos. “Les cambia la vida”, asegura Argañaraz.
El Tren va mejorando a cada metro de riel. La última adquisición a bordo es la óptica y los lentes en el acto. “Antes tardaban tres meses en llegar los anteojos, ahora es a bordo, sale la negritud con los anteojos puestos” comenta el doc, siempre lejano de modismos y protocolos.
No todo es consultorio. El Tren cumple un rol educativo, artístico y cultural a través de la participación del Ministerio de Educación. El Cine Móvil, que proyecta películas nacionales; la Biblioteca sobre rieles, los talleres de títeres y las obras de teatro. “Hacen un trabajo extraordinario –cuenta Ernesto-, son pendejos que van los viernes y sábados, y hacen fiestas y peñas con los chicos, se disfrazan de payasos, juegan con los chicos, tiene un fin recreativo y cultural”.
El Tren, durante el viaje, articula con otras dependencias del Estado y del Tercer Sector. Con el Ministerio de Educación lleva adelante el Programa de Alfabetización y con la Secretaría de Deportes, el Programa Tribuna Abierta. Además, junto a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas se realizan Jornadas por la Memoria.
Ernesto cuenta que la demanda de salud tiene directa proporción a la atención de salud del pueblo. Ceres tiene 15 mil habitantes, mucha pampa y soja, pero el hospital no funciona y la gente necesita del Tren. En cambio, en Selva, en Santiago del Estero, “la salud anda bárbaro y no tuvimos mucho trabajo, sólo unos 10 pacientes diarios”.
_ ¿Grasa tenés?
_ ¿Grasa grafitada o grasa de litio?
_ Es para la hormigonera.
_ Te sale 10 mangos.
Ernesto reconoce que esa realidad que el Tren está tratando de paliar, es la realidad del país, del mismo país gobernado por quien pone en marcha el Tren todos los días. Paradoja y realidad.
“Hay un pequeño mejoramiento en la gente. Tiene más chanchos, más cabritos, más gallinas”. Pobreza con orgullo, dice Argañaraz para calificar el modo en el que los olvidados de la tierra se muestran. “Tienen felicidad por la cantidad de cabritos que dio la cabra, sin saber que eso es continuación de lo mismo. Pero no los doblegás así nomás, cuando esta gente toma conciencia, son como los bolivianos mineros, tienen una valoración de la vida que los hace estar más cerca de una cuestión mística que de una cuestión material. Cuando tomen conciencia de que las cosas no deben ser así…”.
Como retribución, lo ayuda a cruzar la Roque Funes. Siguiendo el camino que enderezaron los rieles.
El médico, ferretero, novelista y ahora bloguero.
El que te pude contar lo que es la pobreza y el dolor. Pero también lo que es la dignidad y la alegría por las pequeñas cosas. No como un simple observador, sino como un protagonista que pone su enorme grano de arena para calmar infortunios y llevar esperanza a los que hasta ahora nada esperaban.
El que te hace pensar, enojar y reir. El que te puede explicar que no alcanza con rasgarse la vestiduras por "el crecimiento del índice de la pobreza que el INDEC disfraza de disminución", por que más allá de si el número baja o sube, la cuestión es arremangarse y hacer.
Conocelo a él y a algunos de sus compañeros de tren en este video:
Admirable, admiración es lo que siento por eso hombre, respeto, orgullo y muchos adjetivos más. Simplemente gracias, por acordarte y ayudar a los que realmente nos necesitas. Ojalá todos tengamos en un lugarcito de nuestro corazón un poquito de este doctor. Felicitaciones y muchas gracias.
ResponderEliminarDaniela
QUE BUENO QUE EXISTAN PERSONAS QUE LLEVAN SU PROFESIÓN COMO ESTE HOMBRE Y QUE GRACIAS A ESE TREN LLEVA SU CAPACIDAD DE CURAR A TANTA GENTE.LO FELICITO POR TODA LA LABOR QUE ESTA HACIENDO.
ResponderEliminarMuy emocionante, muy muy emocionante. Realmente me da alegría, es inspiración. :)
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