¿No va siendo la hora?

Desde los primeros traspiés de Alfonsín para acá (y digo Alfonsín para no ir más atrás) que escuchamos quejas, insultos, reclamos, etc. contra "los políticos" como si éstos (y sólo éstos) fueran los culpables de todos los males.

Y pongo "políticos" entre comillas por que se habla de ellos como una casta, sin considerar que políticos somos todos, que todos hacemos política.

Hemos tenido "políticos" de toda laya, como en cualquier ámbito. Como parientes, amigos, vecinos, médicos... Buenos, malos, todos imperfectos, como cada uno de nosotros.

Se ha instalado un discurso que ha sido una trampera: a través del desprecio a "los políticos", muchos deshecharon la polítca como instrumento para cambiar las cosas que nos afectan.

Y así se puso la lupa y la crítica sobre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. Del Poder Judicial, o mejor dicho de la Corporación Judicial, poca cosa he escuchado de los que arrugando la nariz y con cara de asco hablan de "los políticos".

Y acá podría ahondar sobre los formadores de opinión, las cadenas de complicidades y conveniencias, etc., pero no lo voy a hacer para no abrir ventanas de debate que se pueden seguir por otra cuerda, por que creo que independientemente de donde estemos parados, es hora de empezar a discutir sobre el único de los tres poderes que en 29 años no ha sido atravesado por la democracia

Este poder curiosamente siempre ha sido excluído de las críticas. De algunos jueces se ha hablado pero del Judicial casi nada, y eso que todos sabemos por vía directa o indirecta de causas que inexplicablemente se dan vuelta, que se frenan o aceleran sospechosamente, de carátulas que se modifican de manera injustificable. Y no hablo de las grandes causas, de esas que salen en los diarios o en las que están involucrados "los políticos". Hablo de las del consorcio, la del vecino al que le ocuparon la casa, la del amigo que le hicieron pelota el auto y el seguro no le paga, la del hijo del abogado que se mandó una macana (producto de las malas juntas, diría su madre), etc.

A partir de la vergonzosa absolución de todos los acusados en el juicio por Marita Verón saldremos todos a putear (y con razón) a los jueces Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, pero esto va más allá de tres jueces. 

Dolor y bronca por Marita, por su hija, por esa leona que es su mamá, por todas las víctimas del tráfico de personas... pero con eso poca cosa podemos hacer.  Creo que va siendo la hora de discutir que se puede hacer para terminar con el oscurantismo en la  Justicia, que este desgraciado caso sea el disparador no sólo para resarcir a estas víctimas, sino también para todos aquellos pequeños casos en los que la Corporación Judicial confabula para que no se haga justicia.