sábado, 11 de mayo de 2013

Hoy lo asesinaban

Por Jorge Garayoa
Hace 39 años. A Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe (“suplicio de Mugica por las villas”).

Un iluminado entre los solidarios, alguien que peleó por el cuarto de leche diario para cada pibe indigente y contra los canallas que prostituían a niños, un cura congruente con el amor al prójimo que dejó el rico y conservador hogar de los Mugica Echagüe –en la calle Gelly y Obes– para hundir sus pies en el barro de la miseria y ayudar al desvalido hasta en el Chaco santafecino.

Aun así, solía juzgarse pecador, como en el acto litúrgico luego de la muerte de Fernando Abal Medina y Carlos Ramus en el que –ante la “ola de violencia que hay hoy en nuestra patria”– se siente “en buena parte responsable” y pide perdón a Jesús “por mis cobardías, por mi indiferencia, por mi falta de compromiso”. En un cura eso se llama coherencia.

Y un hombre que afirma que “los únicos que han cambiado al mundo son los idealistas”, que “el más grande de todos los idealistas ha sido Jesucristo” y que “quien no es idealista es un cadáver viviente” es un grande.

Como contrapartida, este corajudo reconoció que “el infierno está lleno de sotanas”. Y en TV tuvo la osadía, políticamente muy incorrecta, de afirmar una verdad negada: que el capitalistismo se basa en la explotación del hombre.

–Así ese patrón se llame peronista o cristiano, en la medida en que a mí me oprima, tengo el deber de luchar. No contra él sino por mi liberación. Yo tengo que sacarle el pie que me pone encima. No por odio a él, ¡por amor a él!.. Porque a él le hace mal oprimirme y a mí me hace mal que me oprima.

Por estos pecados le llega el castigo de la ruindad a este hincha fanático de Racing y de la justicia social. Cuando a las 8 de la noche del sábado 11 de mayo de 1974 sale de dar misa en la parroquia San Francisco Solano, barrio de Mataderos, y está por subir a su modesto Renault 4L azul, alguien lo llama. Al mirar, él ve figuras inconfundibles del averno que brotan de un auto. Al menos no lo toman de sorpresa. Carlos alcanza a dedicarles su bendición más justa: –¡¡Hijos de putaaaa!!

Son miembros de la “Triple A”, la mamá terrorista y antinacional del “Proceso”, esa asociación ilícita manejada por seres que, además de fascistas y asesinos, eran imbéciles y dementes: planeaban matar hasta a Isabel Sarli. El cacique de esos bizarros, el subcomisario corrupto Rodolfo Almirón, usa cinco ráfagas obscenas de su ametralladora para derribar a Mugica sobre las baldosas. Con muchas balas en el cuerpo, casi sin voz, Carlos le pide a Dios que los perdone. Y otra mugre de la jauría le da el tiro de gracia, una desgracia. Siendo coherente con su cobardía, lo hace por la espalda. Este acto asqueante tiene un correlato igual de avieso: culpan del crimen a Montoneros con la intención de quebrar el ala izquierda del peronismo. Carlos, sos inmortal.

2 comentarios:

  1. Que tipo impresionante.
    Espero que con la llegada de Bergoglio la iglesia cuide y proteja a los curas que ven en Mugica un ejemplo a seguir y les suelte la mano a todas las lacras que hace que cada vez mas gente se aleja de ella.
    Caro.

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    1. Uno mas de nuestros martires, porque será que es el peronismo el que siempre pone los muertos?
      El Padre Carlos Mujica, vive en todos nosotros, y Hasta la Victoria Siempre

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