sábado, 11 de mayo de 2013

"¿Te gusta el olor a pólvora?"

El tipo, de unos 50 años, se asoma a la ventana del bar de la calle Charcas en el barrio porteño de Palermo. Le llamó la atención la remera que llevaba puesta un compañero que estaba tomando un café tranquilamente luego de participar del acto en All Boys el miércoles pasado.

Tal vez el prejuicio que le inspiró la juventud del compañero y el de suponer que La Cámpora se nutre de jóvenes incautos que son cooptados sin que ellos tengan ni la conciencia ni los conocimientos como para saber lo que están haciendo ni de estar donde están, lo somete a una suerte de exámen de historia y educación cívica.

Se me ocurre que la frustración por no haber podido aplazar al alumno, convenientemente condimentada por el odio y la impotencia gorila (propia o impuesta) hizo que cerrara el "diálogo" de la siguiente manera:

Cincuentón: "¿Te gusta el olor a pólvora?"
Gabriel: "No sé, no lo conozco".
Cincuentón: "Ya vas a tener perfume a pólvora en todo el cuerpo".

Como dice el propio Gabriel: "A los pibes de La Cámpora se los acusa de repartirse armas, apropiarse de donaciones, robarle chupetines a los nenes y todo lo que los medios inventan diariamente... Esto lo cuento porque no fue una amenaza a mi, por ser yo, sino, porque estaba con la remera de La Cámpora... Seguro que no va a salir en TN como cuando a Nelson Castro lo echaron de un bar por ser persona no grata, pero al menos lo expreso en mi blog."

¡Aflojen muchachos! Si el odio lo traen en el ADN no hay mucho para hacer, sólo apelar a que el lóbulo frontal controle sus impulsos, pero hay muchos que a fuerza de consumir y rumiar el veneno y las mentiras con que los bombardean los formadores de opinión, pueden llegar a convertirse en horribles (y peligrosas) personas capaces de hacer lo que hizo este cincuentón, incluso ir más allá como ya sucedió el 8N y el 18A.

Desde acá quiero expresar mi solidaridad con el compañero Gabriel de Patria SI, Colonia NO, y sin querer asumir la representación de nadie, puedo asegurar que se suman todos los que sabemos de su compromiso y capacidad militante.

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A raíz de este hecho, recordé un reportaje que le hiciera Laura Di Marco, para el diario La Nación al escritor y matemático Guillermo Martínez, repasemos:

El escritor Guillermo Martínez
opina que la clase media odia al Gobierno
de modo irracional e indiscriminado
"Surge una nueva forma de gorilismo en la era de los K"
 
"Ha surgido un nuevo gorilismo en la era de los K, que consiste en rechazar todo lo que hace este gobierno por considerarlo contaminado y sospechoso. Se trata de un odio irracional, que no se toma el trabajo de analizar cada medida en particular ni de comparar honestamente a esta administración con las anteriores", dice el escritor Guillermo Martínez, uno de los narradores argentinos más traducidos en el mundo. Martínez, que además de escritor es matemático, considera a los Kirchner "la máxima izquierda que puede tolerar la sociedad argentina", aunque aclara que no se siente kirchnerista.

"Como hombre con militancia en la izquierda, reconozco que este gobierno hizo muchas de las cosas que haría un gobierno socialista, pero las alianzas que tuvo que trabar para poder sostenerse en el poder me parecen repudiables y hacen que yo no pueda sentir identificación", explica.

Hace casi un año, uno de sus relatos, "Infierno grande", fue publicado en la prestigiosa revista estadounidense The New Yorker. Martínez se convirtió, así, en el segundo autor nacional, después de Jorge Luis Borges, en lograr ese privilegio.

Se crió políticamente en el PC, más precisamente en la Federación Juvenil Comunista, y en los años 80, tuvo militancia gremial y política. "Cuando hacía política buscaba cambiar el mundo, pero no logré cambiar ni al consorcio donde vivía", ironiza.

Martínez afirma que los ciudadanos comunes tienen la tendencia a creer en las teorías del complot, porque ese mecanismo contribuye a elevarles la autoestima. Dice: "La gente tiende a descreer de las explicaciones más sencillas y lógicas y, en cambio, cree con facilidad en historias de poderes ocultos que conspiran para producirlos. Esa creencia genera la sensación de que uno es un iluminado y no un ingenuo, como todos los que «compran» la versión oficial. Por eso digo que es un mecanismo que está al servicio de elevar la autoestima. Aunque, ojo, a veces los paranoicos tienen razón. Es obvio que las logias existen, pero de ahí a suponer que todo lo publicado es falso hay un trecho largo".

-¿Será por eso que tienen tanto éxito los libros de historia que supuestamente muestran la trama oculta de las versiones políticamente correctas?

-Por supuesto que sí. A la gente le encanta cuando le cuentan que el hombre, en verdad, no llegó a la Luna, o que las Torres Gemelas en realidad cayeron por un autoatentado perpetrado por el FBI.

-¿El momento actual hace que se interese más o menos por la política?

-La política me interesó siempre. Como socialista, observé el surgimiento de este gobierno con escepticismo, pero poco después me sorprendió empezar a tener cierta esperanza. Por ejemplo, cuando se reabrieron los juicios a los militares, que ya nadie pedía; cuando tranquilizaron el desborde social sin matar a nadie y, sobre todo, cuando rompieron el discurso único en el manejo de la economía y dejamos de tener un monitoreo constante sobre nuestros asuntos.

-¿Por qué cree que existe tanto rechazo hacia el kirchnerismo, sobre todo en la clase media?

-Porque la clase media argentina -a diferencia de las clases medias en otros países donde he vivido, como Gran Bretaña o Estados Unidos- es muy ostentosa y sólo se solidariza con las clases más bajas cuando le va mal. ¿Te acordás cuando, en 2001, golpeaban cacerolas? Entonces, en el declive, es cuando la clase media está de acuerdo con un gobierno que impulsa el aumento de los impuestos o el blanqueo de la empleada doméstica. Pero esa alianza se rompe cuando las franjas medias empiezan a mejorar y entonces ya no están tan de acuerdo con los impuestos, porque tocan su bolsillo. Ese fenómeno encarna el nuevo gorilismo que vemos hoy.

-¿En qué consistiría ese neogorilismo del que habla?

-Es un odio irracional a cualquier cosa que haga este gobierno, sin tomarse el trabajo de pensar honestamente si la medida es buena o mala para ellos. O de comparar esas medidas con las administraciones anteriores, que no fueron mejores. Los brotes de felicidad que produjo la enfermedad de Kirchner fueron otro indicador. Lo más elocuente de este gorilismo es que cuando la clase media comienza a mejorar también empieza a mimetizarse con los valores de la clase alta.

-Pero ¿no es este gobierno el que basa su modelo en el aumento del consumo y mide sus logros en función de la cantidad de autos o de electrodomésticos vendidos?

-Sí, claro. Pero habría que recalcar que existe otro sector de la clase media que se enrola en la educación, en los deportes o en las ciencias, que está más volcado a la cultura y que no necesita consumir tanto. Por otra parte, el Gobierno también debería tomar en cuenta los consumos culturales para medir logros, en lugar de deprimirse porque no rompimos un récord de venta de autos. Es curioso observar lo que sucede con los autos y el tránsito en la Argentina, porque son reveladores de nuestra cultura política. Estar al volante es administrar un pequeño poder, que pone a prueba la autolimitación. Y por la forma en que se maneja, es obvio que eso no ocurre. Cómo manejan resume quiénes son los argentinos.

-¿Y la autolimitación no implica, también, renunciar a comprar dos millones de dólares cuando se tiene información privilegiada, precisamente por estar en el poder?

-Desde luego. Por eso siempre creí que haber nombrado la Corte que tenemos fue un momento de iluminación, en el que sí hubo una autolimitación. Fue un milagro.

-Usted señala los vicios de la clase media, pero el escaso apego de los Kirchner a la autolimitación, o sus alianzas dudosas, también socavaron sus lazos con las clases medias urbanas.

-El problema es muy difícil desde la ética política. Es probable que, para poder sostenerse en el poder en la Argentina un gobierno necesite hacer cosas repudiables: aliarse con intendentes impresentables, sindicalistas que chantajean, capitalistas amigos o con ciertos medios que ahora son enemigos, pero que antes eran amigos...

-Usted dice que los K son la máxima izquierda tolerable en la Argentina. ¿Y a Pino Solanas dónde lo ubica, entonces?

-Pino no podría hacer nada. No tendría la fuerza para barrer con viejas estructuras, ni tampoco para enfrentar factores de poder.

-¿Y Pepe Mujica no le gusta?

-Creo que a los gobernantes hay que juzgarlos por sus actos de gobierno. Y no me dio la sensación de que el Frente Amplio pueda considerarse de izquierda, ni tampoco Lula.

3 comentarios:

  1. QUE GENTE DE MIERDA.
    NO LES JODE LA REMERA, LES JODE LA POLITICA, LA MILITANCIA EL TRASVASAMIENTO GENERACIONAL.
    COMO DICE MARTINEZ TIENEN QUE ELEVAR LA AUTESTIMA NO SOLO DESCULANDO TEORIAS CONSPIRATIVAS SINO QUE CAEN MAS BAJO AUN, APRETANDO A PIBES QUE PUEDEN SER SUS HIJOS, Y ENCIMA LOS DAN VUELTA Y MEDIA.
    MI SOLIDARIDAD CON GABRIEL.

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  2. Gracias Pato por hacerme el aguente!!

    Por más que no tuve el placer de conocerte personalmente, conoces a la COmpañera Silvia o los Caniches que tenemos en común...

    Ojala tengamos el orgullo de conocernos personalmente, un fuerte Abrazo compañero!!

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  3. Excelente e iluminador el análisis de Martínez. Siempre ha sido para mi una incognita casi mística el "antiperonismo" en la clase media. Escuchar a tipos de mediana edad que exsudan un antiperonismo visceral, después de 60 años de ese peronismo original, escucharlos decir: "Peron arruinó el país" Frase que dice un tipo cuya familia pasó a ser clase media gracias a los planes de vivienda peronistas!. ¿Como sucedió aquello? ¿Como se produjo y se instaló el antiperonismo (GORILISMO) de forma tan exitosa hasta llegar a lo transgerenacional? Uno quisiera tener la maquina del tiempo para hacer arqueología política, PERO ya no hace falta!
    La respuesta la vemos hoy, efectivamente asistimos hoy a como se creó el "gorilismo", somos testigos privilegiados de la creación mediática del "antikirchnerismo". Y son los mismos, los mismos que apalancándose en el repunte económico y social producto de la gestion de gobierno kirchnerista (al igual que sucedió con Peron) se vuelcan contra ése gobierno como perros infectados de rabia.

    ¿Porqué, cómo? Martinez vuelve a responder a eso también, simplemente como en toda "investigación detectivesca" se empieza buscando al "perjudicado" del caso quien dá origen al "motivo" de la "reaccion". Ambos, aquel peronismo primigenio y éste kirchnerismo primigenio tocaron intereses muy poderosos, y esos poderosos en ambos casos lograron trasladar su motivado enojo a las clases con las que tienen un contacto mas cercano. Las que aspiran a llegar ahí, la famosa "solidaridad de clase", que vimos en el 2008 con vecinos caceroleando en solidaridad con los terratenientes que son los mismos que los desangran con los alquileres de sus departamentos y locales.

    En fin, queda sacar de la ecuación a la violencia, que tal como aquella vez hace 60 años sigue proveniendo del mismo lado.

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