Por Carola Chávez |
Tengo la tendencia a leer la prensa al revés. Desde hace años,
aprendí, a golpes de realidad, a escrutar cada conjugación verbal, cada
adjetivo, cada signo de puntuación cuando de noticias se trata.
Cuántas veces tomé un cafecito en una panadería abarrotada de
clientes cafeteros mientras leía en el periódico que no había café.
Cuántos titulares apocalípticos, citando a genéricos expertos que
anunciaban con amenazadores verbos condicionales pesadillas horrorosas
por venir. Y el incauto que no preguntó ¿qué expertos?, ni leyó más allá
del titular, porque el periódico se lee rapidito, en letras grandes y
escandalosas; el pobre incauto sentado al lado de mi mesa, cuántas veces
tomó el café que no había con manos temblorosas, esperando un horrendo
desenlace que nunca llegó.
“Permítanos pensar por usted” es la filosofía de los grandes medios y
pensando por nosotros, no para nosotros, imponen su agenda con
vaselina, asignándonos y jerarquizando preocupaciones, definiendo héroes
y villanos mientras usted revuelve su café.
Una foto dice más de mil palabras, pero los medios las titulan con
dos palabras te ahorran el tiempo de pensar en las mil palabras que en
esa foto puedes leer. ¡Brutal Represión! y una persona en medio
de una humareda con cara de “¡Help“, sin más referencias, sin un
contexto que te permita dudar. Imágenes similares en lugares distintos
tituladas según la necesidad. Y es así como en Venezuela un encapuchado
en una humareda es víctima de una ¡Brutal Represión!, mientras en España
un encapuchado es un “Violento Antisistema”. Y lo ves y tu cerebro no
dice ni pío porque, claro, alguien está pensando por ti.
Así hoy sabemos que el mundial de Brasil merece nuestra condena, por
la explotación, la corrupción y el realero… Nada que ver con Dilma y su
gobierno progresista, ni con las elecciones que vienen. Porque fíjate
qué Waka Waka fue del Mundial de Sudáfrica que nadie dijo nada, no hubo
fotos de negritos pobres protestando ni pasando hambre siquiera, aunque
si te fijas en Brasil, ni negritos ni pobres son los que protestan, más
bien se parecen a los que estaban en el estadio el día de la
inauguración, pitando a Dilma desde sus asientos carísimos para
mostrarle su rechazo por el desastre y la injusticia que supone este
Mundial.
Y de la FIFA, ni pío, eso sí.
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